Pocas ciudades hay más bellas que Venecia. Pero también hay pocas tan amenazadas por el turismo. Aquí llegan cada año 30 millones de turistas y hasta 130.000 deambulan en un solo día por la ciudad de los canales, casi el triple de su número de habitantes.
Las infraestructuras se van adaptando a las necesidades de los visitantes, mientras baja la calidad de vida de los venecianos.
Para los venecianos, su propia ciudad parece cada vez más una pesadilla. A menudo ni siquiera tienen garantizado el abastecimiento básico. Todo parece estar subordinado al turismo. Cada hora desembarcan miles de personas de los enormes cruceros, que contaminan el aire y el agua. A medida que los turistas invaden Venecia, los vecinos van abandonando el centro.
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